Escuela de Turismo de Ibiza


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1989 - 1995

Historia

No cabe de decir que la época que se comprende entre los años 1989 y 1995 contiene hechos destacados tanto para la historia de la isla de Ibiza como para la Escuela Universitaria de Turismo en particular, ya que fue una época en la que hubo grandes cambios y avances que a su vez ayudaron a prosperar y a mejorar en muchos sentidos, además de ser de gran impacto para el turismo y el futuro de la isla.


IBIZA

Los años 80 representaron la madurez del sector turismo, al haberse ya consagrado como primer negocio de las islas, absorbiendo alrededor del 90% de la economía local. Al llegar al final de la década, una gran crisis comenzaba a cernirse sobre las Pitiusas, aunque sus efectos más desastrosos no se notarían hasta principios de los 90.
Por un lado, se habían comenzado a manifestar preocupaciones ecologistas a finales de la década anterior (manifestación contra la urbanización de Ses Salines, en 1977), pero fue en 1982 cuando este movimiento quedó formalmente fundado en nuestras islas con la constitución del Grup d'Estudis de la Naturalesa (GEN). Aunque los naturalistas nunca rechazaron abiertamente el turismo como industria en sí, de hecho afirmaban que había que conservar el medio ambiente para conservar el turismo y que no podía concebirse turismo de calidad sin medio ambiente.
En el lado opuesto se situaba el pragmatismo economicista, que sólo veía el turismo como fuente de rápidos beneficios y olvidaba todo lo demás.
Y, por otro lado, nos encontramos también con una Administración que por aquella época hacía una dejación casi total de sus obligaciones en inversiones imprescindibles, así como la toma de decisiones legislativas para el ordenamiento del desarrollo turístico que pusiese fin a un crecimiento anárquico. De hecho en esos años el urbanismo experimentaba una expansión fortísima y por lo tanto no había un equilibrio entre desarrollo y protección ambiental.
Hacia mediados de 1989 tanto la Consellería de Turismo del Govern Balear como los propios hoteleros de Mallorca admitían que en la Comunidad Autónoma sobraban unas 50.000 plazas, de las que unas 20.000 corresponderían a las Pitiusas. La existencia de este contingente sobrante de plazas forzaba precios a la baja, al no tener demanda para llenarlas.
No obstante se seguían construyendo nuevos establecimientos, lo cual fue atribuido a los anuncios de la inminente aprobación de la Ley Cladera, que en el 88 entraba en vigor para restringir la construcción de hoteles.
En cualquier caso, la palabra “reconversión” comenzó a impregnar el sector a finales de la década de los ochenta. La actuación de la Consellería de Turismo del Govern iba a ser capital durante los años siguientes.

A partir del año 88 se entra paulatinamente en una profunda crisis, con descensos importantes y continuados que se prolongaría hasta mediados de la siguiente década (un -7% de afluencia turística en el año 89, y un -14% en el año 90) y que terminaría adquiriendo unas grandes proporciones que sembraron el desosiego en la industria.
Se añade además la disminución de estancias por turista en temporada alta, índice que pasó de 14,02 días en 1989 a 1,78 en 1990. El gasto por turista y día que pasó de 7.510 en 1989 a 7.206 en 1990. Así se puede comprender la dimensión de la crisis.
El origen de esta situación descansa en varios factores. Por una parte, los problemas del Golfo Pérsico, con el consiguiente encarecimiento de los combustibles, por otra el aumento de plazas que se produjo entre el 87 y el 88, que conllevó un exceso de oferta en una demanda en regresión.
Aunque esta profunda crisis que iba a sacudir los cimientos de la industria, estimuló a los dirigentes políticos y empresariales a buscar soluciones.
El 30 de julio de 1990 Jaume Cladera aboga por iniciar la conversión de las zonas turísticas españolas en los destinos naturales europeos para sus vacaciones, para lo cual sería necesaria una mejora sustancial de la protección del equilibrio ecológico, la calidad de los servicios y la creatividad de la oferta complementaria de los restaurantes, cultural y deportiva.
Aunque los años 90 comenzaron con un gran bajón turístico y económico que se alargaría hasta prácticamente la mitad de esta década, es a lo largo de esta etapa cuando asistiremos a un proceso de modernización y reflexión colectiva. Fue precisamente coincidiendo con la crisis cuando comienza a surgir una gran cantidad de normativas destinadas a reconvertir los establecimientos para adaptarlos a las nuevas exigencias y cuando la conciencia medioambiental surgida en los ochenta se empieza a plasmar en medidas concretas.
A comienzos de agosto de 1990, eran 20 los hoteles de Ibiza que no habían comunicado su apertura a la conselleria de Turismo. Esta cifra coincidía básicamente con la que manejaba la propia Federación Empresarial Hotelera de Ibiza y Formentera. En el año 91 la crisis se “congeló” (el número de turistas fue casi el mismo que en el año 90) y, en plena temporada. Aparte de los que no llegaron a abrir sus puertas, hubo muchos otros cuya ocupación fue tan baja que difícilmente pudo llegar a compensar sus costes de explotación.
Rápidamente los responsables políticos apuntaron al exceso de la oferta de plazas de alojamiento, existiendo también plazas ilegales (más de 40.000), como una de las principales causas de la situación. La Consellería de Turismo del Govern balear sostenía que la existencia de esas plazas en oferta favorecía la reducción de los precios, lo que conllevaba la imposibilidad de mejorar los servicios y la calidad del turismo. Jaume Cladera, responsable de la Consellería, reclamó solidaridad a los hoteleros de las Pitiusas para evitar esta política de precios a la baja.
La suma de los factores “demasiadas camas” y “crisis” resultó fatal.
Muchos hoteles cerraron durante estos cuatro años con pérdidas. Ello favoreció bastantes movimientos de compra y venta de establecimientos de alojamiento. Una veintena debió cambiar de titularidad. Los precios que pagaban los touroperadores cayeron espectacularmente y a ello se añadió además una inflación elevada. Los precios entre 1990 y 1994 quedaron, en la mayoría de los casos, congelados pero muchos de ellos bajaron.
Como es normal, la gran crisis fue también la época de la gran competencia entre touropeadores, que presentaban ofertas realmente escalofriantes para venir a Ibiza.
Se experimento una pérdida de población y dejaron de venir trabajadores de la Península. El paro se disparó y aumentó el número de patologías infantiles por anomalías en la dinámica familiar. El ritmo de desaparición de empresas era galopante y hubo gran decadencia en el sector inmobiliario.
La guinda fue el cierre de la emblemática discoteca KU por no pagar sus deudas.
Ahora bien, pese a estas cifras, la industria hotelera resistió de forma razonablemente satisfactoria a la embestida de la crisis.

Al socaire de la crisis de estos años, se produjo la gran reflexión. El Plan de Marketing Turístico para Balears 1991-1993 fue uno de los instrumentos elaborado por las instituciones turísticas de Baleares para definir la estrategia promocional del archipiélago para el periodo citado. Era un programa de emergencia, para tratar de solucionar la grave crisis creada en este momento puntual.
El Plan de Marketing aconsejaba, para no perder la imagen de Ibiza en los mercados internacionales, potenciar otros aspectos que no eran demasiado conocidos, como el tipismo de la isla y sus valores naturales. No obstante, el estudio proponía aprovechar la imagen vigente de Ibiza (básicamente, la animación) para reforzar una de las principales motivaciones que impulsan a los europeos a visitarnos: diversión y entretenimiento, aspectos en los que la isla de Ibiza ha consolidado su ventaja competitiva.
De esta forma se llegó a la creación de la Campaña Extraordinaria de Promoción Turística, más conocida como “Superpromoción”, que tuvo una duración de un año, en la que se reunían los representantes del sector turístico (Mariano Llobet, Gonzalo Miragall, Jaume Cladera) y crearon la Comisión para la Promoción Turística de Eivissa y Formentera, un organismo de carácter unitario y excepcional cuyo objetivo más inmediato era la organización de una campaña publicitaria de promoción que permitiera frenar el descenso de la afluencia turística.
El año 1994 marcaría al definitiva recuperación de las cifras de afluencia turística. Así lo demuestran los datos de llegadas internacionales del Aeropuerto de Ibiza. En ese año el número de viajeros extranjeros entrados en la terminal volvía a ser el mismo (algo superior) al que se registraba en 1987, justo antes de la crisis posterior. También aumentó el número de pasajeros llegados con barco de línea regular, crucero o a través de los numerosos yates que recalan en nuestras costas.


ESCUELA DE TURISMO

En cuanto a la Escuela de Turismo de Ibiza, a lo largo de este periodo se creó unas cooperativa de profesores que se hizo cargo de la gestión académica de la Escuela.
Se impartían estudios de TEAT (Técnico en Empresas y Actividades Turísticas) y empresariales, ya que no había sede de la UIB (Universidad de las Islas Baleares) en Ibiza. La mayoría de las asignaturas de esas carreras eran impartidas por profesores de la escuela, aunque los alumnos eran examinados por profesores de la UIB que venían de Mallorca.
La inauguración de la nueva sede en Cas Serres tuvo lugar en el curso 1988-89, año en que Tomás Méndez accedió a la dirección. Esta fecha coincide también con el año en el que se impartió un curso de recepción en la Escuela.
A lo largo de los años 90 es cuando se produce la auténtica profesionalización de la Escuela de Turismo. Durante casi toda esta década fue director Tomás Méndez, doctor en economía. Aquella vieja y austera academia instalada en un piso de la plaza de Sant Elm pasa a convertirse en un importante centro del que cada año cursan estudios alrededor de 300 profesionales. En el curso 1995-1996 se alcanzaba un nuevo récord de matrículas, que rebasaron el centenar en el primer curso. La escuela ya disponía de una plantilla de 30 profesores.

Hasta el año 1996, la Escuela de Turismo siguió concediendo un título que equivalía a una diplomatura, dependiente de Turismo y no del Ministerio de Educación.
La colocación laboral de los titulados o diplomados en turismo ha estado siempre garantizada, pero en estos años hasta los propios alumnos conseguían fácilmente un trabajo. La causa fundamental era un plan de estudios muy adaptado a las necesidades de las empresas, con una amplia formación teórico-práctica y con mucha incidencia en los idiomas.
A partir de esos años la Escuela de Turismo de Ibiza cuenta con un Consejo Asesor formado por Cadenas Hoteleras y empresarios de prestigio. En los años 90 la Escuela de Turismo como único centro universitario de Ibiza impulsa los estudios de la diplomatura de empresariales y del título de Técnico de Administración y Dirección de Empresas.


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